Las leyendas, testimonios, historias y curiosidades que deja el Camino de Santiago a su paso por la localidad castellana de Castrojeriz.

lunes, 24 de mayo de 2010

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El Boom del camino




Hay lugares en el planeta que hablan por sí mismos. Tienen algo especial, un halo de magia o, simplemente, una historia trazada por la leyenda. Santiago de Compostela cuenta con todos estos elemntos, constituye el esperado y ansiado destino de un camino que existe desde hace casi doce siglos y por el que cada día pasan miles de personas procedentes de cualquier lugar del mundo. Sin embargo, en los últimos años el Camino de Santiago vive un exito que si bien conlleva ventajas, también, no hay que olvidarlo, importantes inconvenientes.


Antigüamente, los peregrinos salían cargados con una bolsa y unas simples zapatillas; sus únicos guías eran la devoción y la religiosidad que acababan siendo confirmadas tras la llegada de los mismos a la Catedral, después de recorrer un camino que les había revitalizado completamente. El trazado y el recorrido era difícil, los servicios mínimos y las necesidades ilimitadas pero el calor de las gentes que habitaban el Camino o la relación entre los mismos peregrinos, compensaban la miseria y las penurias. La peregrinación comenzaba a despegar y a crecer por momentos.


Hoy en día seguimos encontrando los mismos lugares, las mismas villas por las cuales una gran y variopinta cantidad de personas caminan. Pero poco a poco, la motivación y la intención han ido cambiando. El sentido de la espiritualidad, la búsqueda de la hospitalidad y la amistad ha sido, en no pocas ocasiones, sustituidas por la idea, cada vez más asentada, de que el Camino constituye una opción más para disfrutar de las vacaciones estivales, una nueva opción veraniega más económica y asequible.


Muchos caminantes se dejan llevar por unas vacaciones que conllevan una cantidad mínima de gastos y la posibilidad de conocer gente con mayor facilidad; a ello hay que añadir, el inolvidable e importante número de “amigos del ligoteo” que por el mundo andan sueltos. En el otro extremo se encuentra el interés de las Instituciones, que han visto en el Camino la mejor excusa para explotar un gran negocio, el turismo.


Ciertamente asistimos al “boom” del Camino de Santiago; ésto en sí no es negativo, siempre y cuando se cuiden sus efectos. El turismo, sin ir más lejos, también conlleva un factor positivo. Gracias a la promoción de los bellos parajes y monumentos que salpican el Camino, la gente llega masivamente a los pueblos no solo como peregrinos, sino como simples excursionistas de fin de semana atraídos por la curiosidad de los lugares y sus habitantes. Ello trae como consecuencia un incremento de población en estas localidades y la creación de numerosos servicios con la consiguiente generación de puestos de trabajo, tan necesarios en estos últimos, y difíciles, años. Antes de que la desnaturalización del Camino acabe, finalmente, por imponerse, todavía queda tiempo para dejar escapar un suspiro de alivio.


Al menos, todavia quedan personas que se lanzan a la aventura del camino movidos por una promesa personal, el deseo de vivir la experiencia que supone recorrerlo al menos una vez en la vida o el poder descubrir los lugares más recónditos y sorprendentes que alguno aún dan por inexistentes.


La reflexión que debe quedar presente es que estos efectos deben ser potenciados, sí, pero en su justa medida y con el debido equilibrio. Es tarea de todos cuidar debídamente el Camino y, ante todo, tratar que este legendario y viejo amigo no muera de éxito.

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